lunes, 22 de abril de 2013

La hora de los canallas



Por Moncho Alpuente

 ¿Y por qué no una bicicleta?. La iniciativa de la Junta de Andalucía de garantizar tres comidas al día a los escolares más pobres ha suscitado airadas reacciones en las filas populares y sus aledaños pero ninguna como la reflejada en la frase que encabeza estas líneas, publicada por el periodista Ernesto Saénz de Buruaga en un twitter que entreveo en la pantalla del televisor. Aún conociendo la catadura del personaje, no estoy seguro de haber leído exactamente eso, mi vista ya no es lo que era y como los suscriptores de preferentes no alcanzo a ver bien la letra pequeña. ¿Dónde habré puesto las gafas?.
¿Una bicicleta?. Son malos tiempos, para la lírica y para casi todo lo demás, y mi primera reacción ante esta aberración con ruedas es, prescindiendo de toda literatura y de los buenos modales, preguntarme por donde debería meterse don Ernesto el velocípedo. Al menos, debería tragarse sus palabras. A lo mejor me equivoco y lo que quiso decir cuando dijo ¿Y por qué no una bicicleta? era que deberían regalar bicicletas a los niños pobres de Andalucía para luchar contra la obesidad  y el sobrepeso, para que estos niños andaluces no se parezcan tanto a los niños de Etiopía como ha apuntado el portavoz adjunto del PP, Rafael Hernando. Andalucía iba a ser como California y hoy se parece a Etiopía se explicó el diputado por Almería en un twitter, ese arma de autodestrucción masiva de políticos bocazas y cantamañanas mediáticos. Solo hay que darles cuerda, dejarles expresarse sin trabas, respetar su libertad de expresión para que se desfoguen a sus anchas y exhiban sus estrecheces mentales, sus carencias y sus ausencias. Un coro de batracios cantándole a la Luna y al Sol que más calienta. Dar de comer al hambriento no es obra de misericordia sino acto de demagogia, no aceptar la dación en pago es una acción benéfica para proteger el derecho a la vivienda. Si tras ser desalojado de tu casa te quedas en la calle con tus deudas a cuestas para toda la vida y la de tus descendientes, tú y tus allegados aprenderéis el valor de la propiedad privada y la vigencia de la esclavitud perpetua y no volveréis a pecar por encima de vuestras posibilidades.
Hace dos años que no se desahucia a nadie en España. Lo dice el señor Toribio, portavoz de la Banca. Las evidencias engañan y mientras Toribio las desmiente en televisión al fondo de la pantalla se encadenan imágenes de desalojos violentos, escenas trágicas, catástrofes cotidianas. El señor Toribio matiza para empeorarlo aún más: No se desahucia a nadie en riesgo de exclusión social. Nuestros desahuciados de todos los días no lo son por necesidad sino por vicio y contra el vicio de pedir está la virtud de no dar. Casi les preferíamos con sus máscaras de buenas personas, de políticos honrados, de banqueros generosos y adalides de los derechos y las libertades porque ahora desenmascarados, a solas con el twitter o en la mala compañía de los micrófonos, nos muestran su faz más descarnada, su calavera sardónica y canalla.
Es la hora de los canallas. Bieito Rubido, director del diario ABC acusa a Eduardo Madina, parlamentario socialista y víctima de ETA de simpatizar con sus verdugos como si hubiera sido afectado por el síndrome de Estocolmo. Preocupante es el síndrome de Bieito, la desfachatez de los periodistas de la caverna, de los políticos cavernícolas y de los banqueros trogloditas, de los portavoces paleolíticos y de los contertulios amaestrados, es una huida hacia delante en la que se han dejado por el camino algunos valores que nunca fueron suyos salvo en la apariencia. A cara descubierta, sin pelos en la lengua y a todo trapo, vuelven por donde solían, de donde nunca se fueron. Nunca fueron creíbles sus coartadas, así que ahora dicen lo que piensan aunque no piensan lo que dicen, o vuelve a importarles un ardite lo que puedan pensar de ellos los que no son de ellos y no piensan como ellos.
La guinda para Guindos en esta desafinada coreografía del disparate elevado a categoría filosófica: “El sistema bancario español es uno de los más sólidos de Europa….el nuevo programa de estabilidad será totalmente creíble”, incluso verosímil porque han perfeccionado la técnica del engaño con métodos cosméticos que tratan en vano de disimular las arrugas, las grietas y las patas de gallo del Sistema. Sin plumas pero cacareando.

 Publico.es

lunes, 15 de abril de 2013

Escrache de trabajo, casa y cena




Éramos tan simpáticos cuando recibíamos los palos de la policía levantando las manos en las plazas. Éramos tan comprensibles cuando a su violencia, su puñetera violencia económica, cotidiana y bestial, todo lo que oponíamos era nuestra presencia en silencio…
Por Cristina Falláras
Cuando uno llega a casa del trabajo y hace la cena le molestan las interrupciones, qué impertinencia tan poco democrática, esas interrupciones. Casa, trabajo y cena son las palabras clave. Cuando a uno le han arrebatado trabajo, casa y cena, sólo le queda interrumpir para no echar a arder la rabia. Interrumpir para recordarle al responsable que la miseria ajena la ha construido él, recordárselo a sus seres cercanos, a sus vecinos, a sus amigos, que no se les olvide como a tantos no se les puede olvidar que ni trabajo, ni casa, ni cena tienen ya.
Así son las cosas, queridos ministros, diputados, periodistas y biempensantes en general. Cena. Trabajo. Y casa.
Primero te quedas sin trabajo. Seis millones de personas ya viven al pairo, sin manera de ganarse la vida. Si no te ganas la vida, la pierdes, no me cansaré de repetirlo. De ellos, cientos de miles son conscientes de que nunca más volverán a trabajar. Como son personas entre 50 y 65 años, suelen tener hijos, y seguramente lloran acuclillados en la ducha, como yo tantas mañanas aciagas en las que inventar ocupaciones para el día que llegaba a dentelladas ha sido la única forma de mantener la cordura.
Después de perder el trabajo, pierdes la cena, qué barbaridad, la cena, pensarán los biempensantes. El subsidio de paro tiene caducidad y cargamos ya en el lomo cinco años de crisis. De los seis millones sin curro, alrededor de dos millones de personas en España cobran cero euros al mes. ¿Usted se imagina lo que son cero euros al mes? ¿Usted se imagina lo que es ir a buscar la leche del desayuno a la nevera de los abuelos, a la cola de la Cruz Roja, a casa de una amiga que aún conserva dos tristes colaboraciones? Párese aquí y piénselo, póngase en el lugar, no le dé asco, se trata de un ejercicio muy aleccionador: Suena el despertador por la mañana, levantas a los críos y escurres la última botella de leche, ya mezclada con agua. Pero no llega, no alcanza para los dos. Aprietas la mandíbula hasta la náusea, la última botella, la última patata, el último huevo son piezas imprescindibles de un puzle cotidiano que termina en cualquier momento, no a final de mes, no al principio. Quienes cuentan la última taza de arroz en la despensa ya no tienen principio ni final de mes, porque no hay cobros, cero euros, cero curro, cero ingresos, el tiempo como un continuo infernal de desespero y perplejidad, de paseos urbanos a patadas, de pequeñas ilusiones de delincuencia básica.
¿Qué haría usted si peligrara el alimento de sus hijos?
Ah, pero no lo han perdido todo aún. Después del trabajo, la patata, la leche y el arroz, después del agua y la luz, del teléfono y el gas, pierdes la casa. Párese aquí de nuevo: Sí, sí, la casa, techo, refugio, guarida, hogar, la casa en la que ya no queda equipo de música, ni objetos de valor, ni televisión, ni vídeo, ni bicicletas, todos a precio de saldo en el Cash Converters más cercano. No se echen las manos a la cabeza, sé lo que digo, no exclamen Qué exageración, atrévanse a mirarlo. Fuera casa, y empieza una búsqueda desesperada entre familiares, amigos, asociaciones y pancartas, noches insomnes de planes disparatados, viajemos a Buenos Aires, limpiemos bares en Berlín, ¿por qué no ocupar un pueblo abandonado?, podemos dejar a los críos con los abuelos. Planes que a la luz del día hacen polvo la mandíbula, destrozan los dientes en un rechinar furioso, papás, volvemos a casa, sí, con nuestros críos, sí, vuestros nietos, sí, con nuestro desolador fracaso a cuestas.
¿Qué haría usted si los zapatos que calzan en casa dependieran de la caridad cristiana?
Ah, qué fácil resulta cuando uno llega a casa del trabajo a preparar la cena –trabajo, cena, casa— escribir un artículo defendiendo el derecho de los responsables a preservar su vida, su tranquila existencia cotidiana de agua caliente, jabones, cremas hidratantes, yogures enriquecidos, jerséis de primera mano y ropa interior de primer culo. ¿Qué esperaban? ¿Qué coño esperaban? ¿Que los miles de desposeídos, de desasistidos de esta crisis que algunos han construido forrando de monedas sus viajes al paraíso, y que muchos han callado y permitido, que esos ya millones de desamparados se quedaran cruzados de brazos lavándose con agua de la fuente?
¿Qué haría usted, que aún trabaja, cena y vuelve a una casa que es suya?
Éramos tan monos, tan simpáticos cuando recibíamos los palos de la policía levantando las manos, sentados en las plazas. Éramos tan comprensibles cuando todo lo que oponíamos a su violencia, su puñetera violencia económica, cotidiana y bestial, era nuestra presencia en silencio, que ahora que sencillamente nos acercamos a decirles No permitiremos que usted siga condenándonos, ahora ese gesto básico les parece un acto poco menos que terrorista. Kale borroka, dicen; acoso fascista, dicen; hay que ver los pobres hijos del ministro, dicen los que no dijeron nada con los miles y miles de pobres hijos que empezaron hace meses su deambular por casas de abuelos, de amigos, de prestado, casas ocupadas, patadas a las puertas, viajes inciertos. Esos miles, quizás cientos de miles de hijos no han merecido palabra de los que ahora denuncian acoso, violencia, qué horror.
Nosotros nos equivocamos, sí señor, delegamos el ejercicio del poder y las decisiones que afectaban a nuestro vivir en una panda de mangantes que nos han dejado en pelotas. Lo admitimos, y ahora apechugamos con eso. Cada uno que apechugue con lo suyo. Ellos se negaron a tomar las medidas necesarias contra nuestra miseria, contra nuestras muertes pequeñas, contra el desamparo de nuestras criaturas, contra nuestros desahucios. Ellos podían haberlo parado, haberlo evitado, haberlo resuelto, haber tomado medidas como las tomaron con la supuesta ruina de los bancos. Bien, no las tomaron. Apechuguen también ellos con sus decisiones, ¿no?
¿De verdad pensaron que una sociedad puede permitirse el lujo de seis millones de parados más otro puñado de millones de empobrecidos hasta la caridad a cambio de entonar un brote verde? ¿Creyeron en serio que vallando el Congreso y rodeándolo de armas iban a evitar oler la protesta de los ciudadanos? Hay que ver, hay que ver cómo atonta llegar a casa del trabajo y hacer la cena.

martes, 9 de abril de 2013

Juventud y Futuro



¡¡Cago en la leche!!...que dicen los del Gobierno que este año es el ultimo de esta crisis... ???, y digo yo...¿que carajo habrán visto estos prendas para decir esta sandez?...no se si es que yo estoy en un nivel tan bajo que ni aupándome ni saltando, veo un mínimo de esperanza...y mira que trato de buscar cosillas que me hagan cambiar de visión, pero nada picha...como que no lo veo.
Debe ser que por mi inclinación, un pelin a la izquierdona, tenga la vista algo "vaga" y me cueste centrarme en encontrar las "mejoras" conseguidas por este infame gobiernazo con sus políticas de recortes que nos han llevado a tener una cola en el paro de casi 6.000.000 millones de paraos, de ellos, casi el 50 por ciento de nuestros jóvenes, por cierto  la generación mas preparada de nuestra historia, y que esta siendo abocada a salir de nuestro país a buscarse, como se dice vulgarmente, las habichuelas.
Y claro, esta pandilla de chorizos nos quiere vender que nuestros niños cuando por necesidad tanto de ellos como de su familia, deciden salir de su casa para irse a otros países, se van de vacaciones...¡hala hijo mio, pa Australia!!, que allí te vas a hacer un hombre...o pa Ecuador!!...¡¡vamos a ver...vamos a ver!!...¿pero que coño hace mi nene en esos sitios?...¿para eso nos hemos deslomao los padres mas de media vida para que estudien?...¿ y los hijos estudiando 25 años para ahora tener que irse la mayoría de mano de obra barata al otro lado del mundo?...¿ y los sacrificio de los dos, para que?...que no hombre que no, mi hijo debe de estar cerca de su familia, en su País, contribuyendo a su economía y desarrollo, en su provincia o si me apuras,  en su pueblo, junto a sus padres...si no ¿quien coño le va a preparar los mejores pucheros con el mimo que una madre los prepara para que estén lustrosos?...ya se que a esta no es la política de esta gente, ellos están demasiao alto y ocupados salvando Bancos y robandonos como para preocuparse de tonterías de estas, ellos a sus niños los meten en su partido de asesores o en cargos en sus propias empresas mas ricas aun con esta crisis y comiendo "shushi" de ese mientras a nosotros no nos queda ya dinero ni para pagarle a nuestros hijos el tren de cercanías...aunque pensándolo bien, yo aun haría algún que otro esfuerzo y le pagaría a toda la Familia Real el viaje a Qatar ese, donde dice que se va el Urdangarin...a toda...pero solo de ida, que ellos están muy acostumbrados a lo de viajar y hasta en Botswana estarían como en casa.