lunes, 24 de junio de 2013

Los Anuncios de nuestra Vida

Estos son algunos de los anuncios que a lo largo de mi vida, sobre todo en la etapa de niño, se me han quedado en cabeza  y que en muchas situaciones vuelves a rememorarlos, porque de eso se trata y para eso se hacen, para que relacionemos una cancion o imagen con un producto que, a base de verlo y escucharlo, se te haga familiar y te induzca a su compra.
Lo primero que recuerdo no es exactamente un anuncio, era el spot de la “Familia Telerín” en la que a los peques de la casa nos invitaban a irnos a la cama. Aunque la familia Telerín era encantadora, la labor que realizaban era bastante odiosa: nos obligaba a irnos a dormir. Por lo que a mi respecta, además de resultarme insufrible ir a la cama a una hora tan temprana, lo hacía con la convicción de que era justo en ese momento cuando empezarían a emitir todas las cosas interesantes de la tele: viaje al fondo del mar, Mision Imposible, Los Vengadores, El Virginiano  Bonanza o Ironside, todas ellas en los años 60-70 y los hombres de Harrelson, Starsky y Hutch, las calles de San Francisco, Kojak… y tantas otras ya en los 80.
El primer anuncio como tal que me viene a la mente es el de las célebres muñecas de Famosa en el que cantando “las muñecas de Famosa se dirigen al portal…” y andando a un paso de tortuga desesperante(realmente me enfermaba ver lo lentas que eran), se dirigían a ver al niño Jesús, al que seguro que iba a encantar la visita de unas muñecas enormes con problemas de movilidad.
También me viene a la mente el spot de Coca-Cola, en el que un grupo de personas de todas las culturas y etnias (aunque no recuerdo que hubiese tíos con barba larga y turbantes en él), se unían para cantar aquella canción de “…al mundo entero quiero dar, un mensaje de paz y junto al árbol compartir, la alegre Navidad, la chispa de la vida…” Y aquí estamos, casi cuarenta años después y aún recuerdo toda la letra.

Y si de Coca-Cola hemos hablado, no podía faltar otra gran marca, Cola-Cao, en el que se oía lo de “…yo soy aquel negrito, del África tropical, que alegre cantaba la canción del Cola-Cao…” Enorme anuncio y enorme canción que años después nos sigue sonando y evocando unos tiempos felices en los que no existía Hacienda y nuestra única obligación era fastidiar a nuestra madre y hermanos.
Muy repetitivo fue el anuncio en el que el Icona nos invitaba a cuidar el monte diciéndonos aquello de “cuándo el monte se quema, algo tuyo se quema…”. Desgraciadamente aquella campaña no debió calar muy hondo en los españolitos de a pie, basta echar un vistazo a cualquier telediario estival para comprobarlo.
También recuerdo con especial cariño a Manuel Luque, el director general de Camp, al que para incitarnos a comprar su detergente le encantaba reunir a toda la plantilla de la fábrica y aconsejarnos aquello de “busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo”. Y como doy por hecho que todos lo que tengáis una cierta edad recordáis perfectamente el eslogan, os haré una pregunta fácil: ¿qué detergente es el que anunciaba?
También está aquel otro en el que un personaje abordaba a un ama de casa en un hipermercado y le ofrecía dos envases de otra marca de detergente a cambio de la que ella ya había elegido, pensad que en aquella época aún no se había inventado lo del 2x1. Por supuesto el ama de casa muy ofendida afirmaba que ella no era tonta (pese a que no existía aún Media Markt) y que de ninguna manera le iba a cambiar nada de nada. La verdad es que nunca entendí muy bien porqué nunca nadie aceptó el cambio; yo, por eso de ponerme al lado del más débil, lo hubiese aceptado sin pensarlo (soy un gran amante del invento de 2x1 y de hecho estoy a la espera de que alguien invente el 6x1, que imagino será ya la leche). He de aceptar que además de caerme genial aquel pobre hombre, desarrollé un odio visceral por la histérica aquella que se ponía como una energúmena contra el incomprendido individuo, que al fin y al cabo lo único que pretendía era ofrecerle un cambio ventajoso. Huelga decir que si por mi hubiese sido sólo habría adquirido detergente de la marca rechazada, lástima que fuese una marca inexistente porque conmigo se hubiesen forrado. Y no os creáis, tardé muchos años en superar el enconado odio contra la trastornada aquella, y duró hasta que el hueco lo ocupo la señora que encarnaba a la regla en un anuncio estupido de compresas o tampones...(no lo recuerdo bien).
Volviendo de nuevo a nuestro tema cabe destacar el célebre anuncio que Stevie Wonder protagonizó para nuestra amada DGT, la cual decidió que la persona más indicada para protagonizarlo era una persona invidente que partiéndose de risa nos dejaba caer aquello de “si bebes no conduzcas…”. Traté de averiguar qué era lo que le hacía tanta gracia, pero como en aquella época no había Internet, foros ni nada, no pude hacerlo, así que concluí que se debía reir de la pasta que debía reportale el susodicho anuncio.
Me encantaba también el anuncio de la margarina "Tulipan" que apelaba a la "cotidianeidad" aterrizando un helicóptero en el patio de un colegio (los que por aquella época íbais al cole recordaréis que lo del helicóptero aterrizando en el patio sucedía prácticamente a diario) para ofrecer a los retoños una rebanada de pan untada con jugosa margarina. Perdonadme que insista pero de verdad que la razón para utilizar un helicóptero en el anuncio es como lo de que la energía ni se crea ni se destruye, que estudié años después: un verdadero misterio. Continuando con los anuncios recuerdo también el anuncio en el que aquella locución amenazante decía “las cucarachas nacen, se reproducen y con Fogo matacucarachas mueren y desaparecen…” La voz daba tanto miedo que lo único que consiguió por lo que a mi respecta, fue sentir una enorme empatía por la pobre cucaracha, que al fin y al cabo no nos había hecho nada… aunque para anuncios de ese tipo, el de Raid, simplemente magistral. ¿Quién me puede afirmar sin faltar a la verdad que no sentía cierto cariño por los mosquitos aquellos? También recuerdo con cariño la publicidad del fiel Rexona, que pasase lo que pasase, no te abandonaba (y es que en aquella época aún no existía el divorcio).
En un apartado algo más picante, en mayúsculas y con negrita, mencionaré el anuncio de . Todavía me emociono pensando en aquellos limones salvajes del Caribe que jamás, jamás, jamás olvidaré. Otra chica que me cautivó era Farala, la divina protagonista del de “tenemos chica nueva en la oficina, se llama Farala y es divina…” y por cierto, ¿quién no querría haber sido el famoso Jacques al que buscaba la tetona esa mientras se iba bajando la cremallera de su ajustada chaqueta y nos dejaba a todos hipnotizados ante la pantalla…? ¡Yo desde luego sí!

Y es que al final a todos, en mayor o menor medida, nos habría encantado tomarnos una buena rebanada de leche, cacao, avellanas y azúcar, acompañados de una refrescante Schwepees servida por el gafitas ese tan majo; para acto seguido hincarle el diente a un trozo de El lobo, que gran turrón, o hacerle caso a nuestra amiga la Jijonenca, que tampoco los hacía nada mal. Lo mejor del día era tomarnos un respiro con un Kit-Kat o lo que es mejor, cantar aquello de “Chimos es, es un agujero, rodeado de rico caramelo, cinco gustos, gustos diferentes…” Ir a abrir porque Avon llamaba a nuestra puerta o decir aquello de “…hola, soy Edu, feliz Navidad” y es que al final, nos pongamos como nos pongamos, somos seres sensibleros a los que les encanta eso de volver a casa por Navidad
Aprovecharé el punto y aparte, y que los anuncios que recuerdo en este momento son más modernos para ir finalizando el tema, aunque antes de hacerlo quiero destacar uno más moderno que mencionaré por motivos sentimentales me impactó enormemente. Se trataba de un anuncio de Renault en el que el conductor se ve amenazado por un mono enorme apuntándole con una ballesta, glorioso, me he sentido así tantas veces…
Y ahora interrumpimos nuestro blog para poner unas cuñas publicitarias.

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